Pasados los primeros días del año, muchos de nosotros nos preguntamos si realmente seremos capaces de cumplir aquel propósito tan especial que teníamos en mente cuando brindábamos la pasada madrugada del 1 de enero.

Dejar de fumar, ir al gimnasio, controlar mejor el estrés del trabajo, pasar más tiempo con los tuyos… existen grandes tópicos. No obstante, en 2013 me animé a tomar una pequeña decisión, que a simple vista es mucho más sencilla, pero que tiene efecto bola de nieve en cuanto a beneficios: al llegar a casa no encendería la tele.

Este gesto me ha permitido invertir más tiempo en explicar qué tal me ha ido el día, leer, practicar deporte o, simplemente, tener unas horas con las que pensar con calma sobre mis cosas, ayudándome a tomar buenas decisiones. Esto no quita que haya pasado grandes momentos con mi hijo mirando juntos sus dibujos favoritos. Pero no era yo quien le daba al ‘botón rojo’ que encendía la tele.

Y es que el número de veces que podemos decir ‘no’ es ilimitado. En mi caso, asocié esta negación a coger el mando porque sabía que aunque me sentase 10 minutos para desconectar, mirando la programación, me quedaría acomodado más rato. Un tiempo que podía invertir en algo más importante para mi, que me aportará mucho más que ver contenido frívolo y que no me hace mejorar como persona. Todo es cuestión de querer cambiar el hábito, tener voluntad y ser constante.

Los estudios afirman que los españoles ven una media de televisión de más de 4 horas al día. Si empezamos a hacer cálculos, tenemos que a final de mes hemos derrochado 112 horas frente a la ‘caja tonta’, 1.456 horas al año… que son casi dos meses (y si contamos las horas de sueño) ¡¡¡se alargarían a unos 3 meses de tu vida frente al televisor!!! Y estos datos son tirando por lo bajo… Algo está fallando, ¿no creéis?

Hoy en día, gracias a la movilidad, podemos elegir los contenidos que más nos gustan cuando queramos y donde queramos. Y evidentemente, hay programas que merecen la pena mirar, pero prefiero verlos cogiendo a ratos la tableta y aprender (por ejemplo) de las charlas TED o ir de camino al trabajo escuchando una de las interesantes lecciones de Brian Tracy.

Los nuevos propósitos no sólo deben abarcar grandes retos personales. Mi caso ha sido un gesto muy sencillo pero con el que he podido seguir mejorando mi lazos familiares, sociales, cultivarme un poco más y sentirme mejor conmigo mismo, apostando por la salud y el deporte. De modo que este año 2014 vuelvo a repetir este propósito. Ahora sólo hace falta que te animes y me comentes explicándome cuál es el tuyo.

Fuente imagen

If you Like it, Share it! :)Pin on PinterestTweet about this on TwitterShare on Google+Share on FacebookShare on LinkedIn