España es famosa por sus horarios extraños y que ayudan poco a compaginar vida privada con vida profesional. Hay personas con jornadas que se alargan hasta el infinito y no salen del trabajo hasta que el jefe decide irse de la oficina (pueden llegar a ser las 8 o 9 de la noche, o más).

Pero, ¿por qué tenemos horarios?, ¿cuál es su función?, ¿son necesarios hoy en día? De origen, los horarios servían para marcar unas horas de entrada y salida de las fábricas con la revolución industrial. Así las empresas se aseguraban que los trabajadores llegaban a la misma hora y no se paraba la producción en ningún momento, pero los trabajadores tenían asegurada una hora fija de salida y evitar realizar horas extras. Y antes de esto, las profesiones gremiales, otras profesiones o la gente de campo no necesitaban horarios exactos, solían comenzar con el sol y terminar para ir a cenar. ¡Suerte que esto ya no es así, lo de trabajar de sol a sol!

Entiendo que hay oficinas, negocios, tiendas o empresas que deben dar un horario concreto. Como la hora de apertura y cierre o para tema de atención al cliente en persona. Pero, cada vez más profesiones se pasan el día trabajando delante de un ordenador y todo su trabajo lo desarrollan en la red. Entonces, ¿estas personas es necesario que tengan un horario concreto?

 

Liberar o flexibilizar los horarios

Dar libertad a las personas del equipo para que gestionen sus horarios les da pavor a muchos jefes. Piensan que los empleados se aprovecharán, pasarán pocas horas en la oficina y no cumplirán con sus tareas.

Empezar con la desconfianza no lleva a ninguna parte.

Al contrario, apostar por la confianza es el primer paso para implantar la flexibilidad horaria en las empresas. Esto se debe ver como un beneficio para los profesionales y la propia compañía. A más felicidad, mayor implicación de los profesionales con la empresa.

Los beneficios que se pueden conseguir con esta política no retributiva son:

  • Crecimiento de la confianza grupal. Dar libertad horaria permite a los empleados gestionar mejor su vida privada con la profesional, pero requiere un alto grado de confianza entre todos. Saber que si tú un día entrarás más tarde alguien habrá para cubrirte. Poner en común los horarios previstos de cada uno permite una mayor organización y que la comunicación fluya.
  • Mayor implicación con la empresa. De qué sirve estar 8 horas en la oficina, con horarios fijos, más 1 ó 2 para ir a comer partiendo la jornada en dos, si lo que en realidad necesitas es condensar todo el trabajo en las horas de la mañana y mediodía para salir pronto e ir a una formación o para recoger a tus hijos. Si el trabajo del equipo no depende de unos horarios, sino de cumplir unos objetivos, no tienen sentido fijar horas concretas de salida y entrada.
  • Poder condensar la jornada laboral. Si por motivos personales las personas necesitan trabajar toda la mañana o toda la tarde. ¿Por qué no poder hacerlo? Si eso hace más feliz a la gente y facilita la vida, la empresa debe tenerlo en cuenta.
  • Trabajar desde casa. La flexibilidad horaria muchas veces suele ir asociada a la facilidad de poder trabajar desde el hogar algún día. Simplemente, basta con que la empresa ponga todas las facilidades para que las herramientas que necesita el profesional las tenga disponibles tanto en la propia oficina como desde casa.
  • La famosa conciliación. Muchas veces lo he comentado ya en otros artículos. La conciliación familiar y laboral solo es posible si los horarios de todos los estamentos sociales son más humanos: los de las escuelas, los de atención al público, los de los negocios y las empresas. Solo así las personas podrán cumplir con sus objetivos profesionales y los personales, sin que estos se entorpezcan o pisen unos a otros. Saber que puedes gestionar tus propios horarios da una libertad enorme y mucha paz mental.
  • Horarios más acordes con nuestros vecinos europeos. La libertad horaria es uno de los requisitos imprescindibles para empezar a parecernos más a los países de Europa. Donde los horarios son más ajustados y piensan en facilitar la conciliación. Todo cierra antes y la gente puede llegar antes a casa.
  • Gente más feliz. La felicidad, la dulce felicidad es un concepto muy extendido últimamente. Todos buscan la felicidad, pero la auténtica, la de verdad de la buena, no es aquella que te exalta durante unos instantes de tu vida y luego desaparece. La verdadera felicidad es cuando tu vida te reporta un bienestar calmado, tranquilo y prolongado en el tiempo. Cuando ves que todos los espacios de tu vida (o casi todos) te reportan satisfacción. Buscar que tus empleados sean felices debe ser una de las máximas de tu empresa. Porque si la gente está más feliz, este sentimiento lo transmitirán a todos sus allegados: familia, amigos, clientes, partners, proveedores y a los desconocidos. Se extenderá a su rendimiento, mejorando. Y también llegará a los demás aspectos de su vida. Será un círculo virtuoso que se retroalimenta positivamente.

Si tu empresa se lo puede permitir, pero aun estás pensando en dar el salto, no lo dudes. Facilita la flexibilidad horaria y elimina los horarios fijos, porque al final solo beneficiará a todas las partes y hará más feliz a todas las personas que trabajan contigo.

La empresa más feliz del mundo

If you Like it, Share it! :)Pin on PinterestTweet about this on TwitterShare on Google+Share on FacebookShare on LinkedIn